Capilla

A comienzos del siglo XX, la comunidad británica en Argentina vivía su época dorada. Ferrocarriles, bancos, estancias y compañías de seguros tejían lazos profundos entre el Reino Unido y la Argentina, una conexión que parecía destinada a perdurar en el tiempo. Sin embargo, en agosto de 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, todo cambió.

Miles de británicos y anglo-argentinos residentes en el país respondieron al llamado de su patria. Desde el puerto de Buenos Aires, 4.852 voluntarios partieron hacia Europa, dejando atrás familias, sueños y hogares. Entre ellos, voluntarios de Lomas de Zamora y sus alrededores ofrecieron sus vidas por un ideal.

Tras el armisticio de 1918, el dolor de la pérdida y el orgullo por su sacrificio inspiraron a la comunidad británica a honrarlos de una manera especial. En 1919, en el Barker Memorial Hall, se tomó la decisión de construir una capilla en el cementerio de disidentes de Llavallol como un monumento eterno en memoria de los caídos.

Las obras, lideradas por el constructor José Castiglione, culminaron en una capilla octogonal, sencilla pero solemne. En su interior, un "Cuadro de Honor" grabado en mármol y bronce lleva los nombres de los 44 héroes que dieron su vida en la Gran Guerra.

El 19 de diciembre de 1922, bajo un cielo despejado y en el tranquilo cementerio de disidentes de Llavallol, unas 200 personas se reunieron para inaugurar este lugar de memoria. "El pequeño acre de Dios", como lo describió el diario The Standard, se convirtió en el escenario perfecto para recordar a aquellos que, en la primavera de sus vidas, entregaron todo por un futuro mejor.

El momento más conmovedor de la ceremonia llegó cuando Frank Chevallier Boutell, emocionado, reveló el Cuadro de Honor, diciendo que era un privilegio hacerlo, pues el nombre de uno de sus nietos figuraba allí. Al descubrir la inscripción, las palabras grabadas resonaron en los corazones de todos los presentes:

"Esta capilla está dedicada a la gloria de Dios y a la memoria de los miembros de la comunidad británica de los suburbios del sur que cayeron en la Gran Guerra."

Con solemnidad, el Himno Nacional Argentino y las palabras de agradecimiento del Comité Patriótico del Sur sellaron un compromiso: cuidar este monumento como un recordatorio perpetuo de coraje y sacrificio.

El 18 de noviembre de 1934 se realizó una ceremonia profundamente emotiva en honor a los caídos en la Primera Guerra Mundial. En este servicio, los ministros de las tres iglesias protestantes locales lideraron las oraciones, mientras el solemne sonido de un clarín interpretando La Última Posta y La Diana llenaba el aire.

En los años siguientes, la capilla se convirtió en un espacio de recuerdo y esperanza. Estas ceremonias se transformaron en una tradición anual, que con el tiempo cobró aún mayor significancia, resonando con fuerza renovando el homenaje a aquellos héroes cuya valentía trascendió fronteras y generaciones.

Hoy, la capilla sigue siendo un lugar sagrado, un refugio donde la memoria de los caídos vive con fuerza, inspirando a quienes visitan este rincón de paz y reflexión. Es un testimonio de sacrificio, honor y la inquebrantable voluntad de preservar la libertad y la humanidad.